Además, todos los perros y gatos deben estar microchipeados, y se exige que los perros potencialmente peligrosos también lleven este tipo de identificación, lo cual aplica igualmente para cualquier raza de perro que supere los 20 kg y muestre tendencias agresivas. Esto es crucial no solo para el control y la seguridad, sino también para facilitar la reunión con el animal en caso de pérdida o robo, y evitar sanciones que pueden llegar hasta los 3.000€ por no cumplir con este requisito.
Estas medidas buscan reducir el número de animales abandonados y mejorar su trazabilidad, ofreciendo un sistema de identificación fiable y permanente a través de un microchip que se implanta en una clínica veterinaria y cuya información se guarda en bases de datos centralizadas.